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Wednesday, June 22, 2005

08 Religión y lógica.

Es muy probable, también, que el progreso de la religión haya sido favorecido por la propia estructura “lógica” del cerebro. Presumiblemente, una vez comenzado el camino evolutivo del “razonamiento” debe ser una gran ventaja el ser capaz de dar explicaciones “razonables” a las dudas que surgen en la mente. Los sentidos aportan una información del “mundo real” al cerebro. Aquí debe ser “procesada”, es decir, analizada y explicada, para que aporte realmente valor de supervivencia, y después de este proceso se elaborará la respuesta adecuada a esas impresiones de los sentidos, la reacción ante el mundo real. Como decíamos, el hombre más que ninguna otra especia tiene su mayor campo de progreso (evolución) en el juego de la acción y experiencia en el mundo de las ideas. Es fundamentalmente de este “mundo virtual” de donde va a partir la iniciativa con la que se enfrenta al “mundo real”. Tan sólo una fracción muy pequeña de esa respuesta proviene del instinto “irracional”.
En su genial obra “La rama dorada” (The Golden Bough) James Frazer nos sugiere que fue la “magia” la primera explicación racional ante los interrogantes que el mundo plantea al hombre y que le impedían incluir en un plano lógico todo el conjunto de las “informaciones” que sobre el mundo real percibía el hombre. Posteriormente, ante el acúmulo de “fallos” que este tipo de interpretaciones tenía, el hombre fue “intentando” explicaciones más globales que acabaron desembocando en la idea de “los dioses” detrás de los hechos, incomprensibles de otra forma, de la naturaleza.
Optimista, Frazer sugiere que la ciencia aporta un mecanismo más completo de interpretación lógica de la realidad, y que nos permitirá superar esa fase intermedia (y muy negativa actualmente, añado yo) de la religión. Parece que el tiempo le está dando la razón, pero es evidente que el proceso es lento, que no se cambian en 200 años la superestructuras mentales que han acompañado (y favorecido, por qué no) la evolución de la especia humana a lo largo de 30 o 40 mil.
El problema es que, tal vez, ya no haya mucho tiempo. Hace mucho que la humanidad se independizó de los mecanismos de control de la naturaleza (gracias también en parte a la religión) y hay que cambiar de estrategia, buscar nuevos mecanismos de autocontrol, o estamos abocados al fracaso.
Cómo pasa en las novelas de ciencia ficción con los robots, el hombre creó a los dioses “a su imagen y semejanza” pero estos llegaron a ser tan fuertes y poderosos que se rebelaron y ahora nos conducen por un camino peligroso, que para nada favorece los intereses del género humano.

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